Pabellón de Infantil del Colegio Público ‘La Barrosa’

Arquitectos: Gabriel Verd
Colaboradores: Eduardo Vázquez y Daniel Yusty (arquitectos técnicos), Pablo Portillo (instalaciones), Elías Pérez de Lema (estructuras), Elisabetta Mosti (arquitecta), Fiametta Conforti y Santina Tegas (estudiantes de arquitectura)
Año: 2013 (concurso y proyecto), 2015 (construido)
Cliente: Consejería de Educación de la Junta de Andalucía / Infraestructuras y Servicios Educativos (ISE)
Superficie construida: 1.000 m2
Presupuesto: 1.213.898 €
Fotografías: Jesús Granada

Proyectamos un nuevo Pabellón de Infantil basado en los principios de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner siguiendo el modelo del colegio Montserrat y en las metodologías pedagógicas de las escuelas Montessori. Un nuevo edificio cuyas curvas orgánicas suavizan su silueta y lo integra en el paisaje.

Con una antigüedad de apenas cinco años el Colegio Público “La Barrosa” necesitaba nuevos espacios para atender la demanda de escolarización de la zona para alumnos de 3 a 5 años. Disponíamos de una parcela anexa de 4.000 m2 con un desnivel de 5 metros donde albergar las nuevas aulas y los espacios deportivos que implementan los ya existentes.

Buscando la economía se ha recurrido a un volumen compacto distribuyendo las aulas de tal forma que puedan obtener la luz directa en algún momento de la mañana, ya sea a primera hora del día o a partir de media mañana.

La configuración en planta responde a una distribución sencilla para un programa sencillo, 1.000 m2 para un total de 225 niños. La distribución de las 10 aulas se realiza a través de un pasillo iluminado por ambos lados por ventanales retranqueados con instalaciones e iluminación accesibles para su fácil mantenimiento en bandejas ocultas a la vista.

La sección planteada ayuda a proteger los espacios de juego de los intensos vientos de la zona y proporciona la intimidad necesaria para que los niños jueguen ocultos de las miradas desde la calle.

El pequeño bosque de pilares que sostiene el porche de hormigón se planteó como alegoría a los troncos y copas de los árboles que cobijaron las primeras escuelas de nuestra civilización. Los tonos verdes, tan presentes en los pinares de la zona, son el motivo de composición de los paños de azulejería e interiores del pabellón.

Tres son los protagonistas: alumnos, profesores y familias.